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DIQUE LA ANGOSTURA – AÑO 2010

REFLEXIONES ALREDEDOR DEL HECHO DE SU VACIADO

LOS HECHOS TÉCNICOS

Supongo que la decisión de encarar la reparación de órganos de cierre y control de la descarga de margen derecha (riego) se debe a que el episodio del verano anterior, en el que el embalse ”escapó de control” y alcanzó un nivel cercano al del vertimiento, provocó alarma en las autoridades puesto que la situación de emergencia grave para la obra estuvo muy cercana.

Aunque sea a treinta y tres años de construido y motivado por un “susto” resulta positivo que se haga algo sobre esta obra totalmente abandonada.

Lo que está ocurriendo llama a reflexionar sobre diversos aspectos referidos al agua en Tucumán, las instituciones existentes, la actitud del Estado y la conciencia social sobre ese recurso vital.

La Angostura es probablemente el único o uno de los pocos diques de embalse construidos que presta solamente una utilidad para deportes náuticos y turismo. En particular, ni siquiera puede considerarse que su sola presencia genera recursos económicos significativos para el Valle de Tafí.

Una presa de embalse del tamaño de La Angostura cuesta mucho dinero y nunca se habría construido solamente para las actividades que hoy favorece (salvo en una situación económica con muchos excedentes presupuestarios por parte del Estado).

.hora bien, cuando se construye un dique en un curso de agua se crean riesgos y afectaciones. Ello requiere, además de tratar de preverlos con anticipación para tomar las medidas de mitigación, el permanente monitoreo y control del embalse y la presa.

Diversos son los riesgos y las posibles afectaciones, que no detallamos por brevedad. Para el caso de La Angostura, toma particular relevancia el riesgo hidrológico y el estructural.

Por riesgo hidrológico entendemos el riesgo de ingreso al embalse de una crecida extraordinaria del río que produzca su llenado en corto tiempo (un episodio o crecientes sucesivas a corto tiempo entre ellas). Tal llenado termina con el vertimiento de los excedentes por la estructura del aliviadero de margen derecha, llegando el embalse a un nivel que para la “crecida de diseño” es de 2,55 m sobre la cresta o labio del vertedero.

La primera consecuencia grave de ello sería la inundación de todas las construcciones de perilago que se autorizaron o instalaron en el área que el lago inunda en esa circunstancia.

.Otra situación de riesgo hidrológico que se exige a las presas de embalse de cumplir es la situación de “Creciente Máxima Probable”. Esta es una situación extraordinaria frente a la cual el nivel que alcance el agua del embalse no debe superar el coronamiento o máxima altura de la presa, es decir no la debe sobrepasar. Ello es particularmente importante en presas de tierra ( o materiales sueltos) puesto que el sobrepasaje del agua las destruye totalmente, como es fácil prever. La Angostura es una presa de ese tipo y por ende está expuesta a ese riesgo. En la década de los 70, cuando se proyectó y construyó esta obra, no se conocían métodos para evaluar la “Creciente Máxima Probable” y por tanto se desconoce si la presa tiene algún margen de seguridad frente a esa posibilidad hidrológica y eventualmente cómo se debe actuar preventivamente. Cabe señalar que las consecuencias de una rotura instantánea de la presa tendría como efecto la propagación de una onda de crecida por el río Los Sosa, con gran capacidad destructiva y que afectaría la ruta, sus puentes, los vehículos circulantes y saldría a la llanura pedemontana devastando grandes extensiones de cultivos y población rural.

Aún cuando se produjere un vertimiento por el aliviadero de crecidas no tan importantes como la de diseño o la “Creciente Máxima Probable”, fuera de las inundaciones ya mencionadas en las instalaciones de perilago se presentan riesgos de fuertes daños en la estructura de aliviación misma, dado su estado de deterioro por falta de mantenimiento.

Por riesgo estructural entendemos el de fundaciones y de la presa misma. Los problemas de grandes filtraciones producidos en la margen derecha cuando el nivel del embalse se acerca al de llenado, es un problema no resuelto que motivó que desde el inicio (primer llenado) se evitara el ascenso del embalse (descargando por las tuberías de riego y/o descarga de fondo). Obviamente un ascenso descontrolado del embalse en una crecida podría poner en riesgo la fundación de la presa por potenciales sifonajes o tubificaciones del suelo de cimentación de la margen derecha..

Todos los aspectos vinculados al estado y riesgos de la presa La Angostura están debidamente señalados en el informe técnico realizado por el ORSEP en el año 2006.

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Foto Diario La Gaceta (Tucumán)

LAS REFLEXIONES

  • No cabe esperar razonablemente que en un futuro cercano se concreten las obras de generación hidroeléctrica previstas en la idea original del aprovechamiento del río Angostura (tres saltos). La escasa cantidad de energía que se puede extraer de tal aprovechamiento y su alto costo hacen del mismo una idea no prioritaria y de escaso interés en el planeamiento energético nacional.
  • La presa no genera un ingreso a la economía provincial significativo.
  • La presa requiere ser recuperada de su grave deterioro para brindar la seguridad requerida y ser mantenida, controlada y operada por un organismo ad-hoc.
  • La provincia debe tomar una decisión clave: Afrontar la gran responsabilidad de conservar la obra en estado seguro, con los costos obviamente elevados que ello implica, o eliminar la obra y su costo. De ninguna manera es admisible continuar con el estado actual de cosas, con obra abandonada y graves riesgos sin afrontar.
  • La provincia de Tucumán tiene actualmente tres presas de embalse: Cadillal, Escaba y Angostura. Las dos primeras son operadas por una concesionaria privada (Hidroeléctrica de Tucumán SA) y supervisadas en materia de seguridad por el ORSEP. Si bien la provincia es dueña del agua (recurso hídrico) no actúa en ninguna circunstancia para preservar los embalses de los cuales depende su economía y población. No obstante, la seguridad de las obras y por tanto de la población aguas abajo, está razonablemente tutelada por la Concesionaria bajo supervisión del ORSEP. El dique La Angostura, bajo operación de la Dirección de Recursos Hídricos (DRH) y mantenimiento de la Dirección Provincial del Agua (DPA) se encuentra en total estado de abandono y de mantenimiento, tal como es descrito en el informe mencionado del ORSEP de 2006.
  • La provincia no cuenta, ni ha asumido como necesario, con organización y personal capacitado y dedicado a la operación y mantenimiento de presas. De allí que La Angostura no cuenta con sector ni personal técnico ni presupuesto para ello.
  • Se está así en una situación singular: Una obra de enorme inversión, que no presta utilidad efectiva al sistema económico provincial, es tan sólo un “juguete” para ciertos sectores de la sociedad y una decoración del paisaje para la actividad turística, pero de un potencial riesgo grave. Nadie se hace cargo de ella y tampoco hay requerimientos para que sea una obra segura. Si bien es entendible que el común de los ciudadanos ignore las implicancias de la situación, los funcionarios gubernamentales con responsabilidad han preferido históricamente (33 años) ignorar el tema, ya que afrontarlo implica asignar importantes recursos económicos, sin que la obra contribuya (a través de sus servicios) minimamente a su autosostenimiento.
  • El dique La Angostura pone en evidencia la inexistencia histórica en la provincia de estrategias de manejo de su principal recurso natural, el agua. Las instituciones naturales ignoran el tema o no tienen capacidad de lograr que los diversos gobiernos adopten una determinación sobre este tan complejo y embarazoso tema. El riesgo sigue latente. El verano del 2009 dio un preaviso.

El gobierno que se decida a actuar o se vea compelido a ello deberá tener en consideración tres opciones:

1. Afrontar los costos de rehabilitación de la obra hasta darle el grado de seguridad necesario, creando el organismo o sector dentro del Estado Provincial especializado en presas que se encargue de ello y luego de su operación y mantenimiento. Para ello deberá asignar los montos presupuestarios correspondientes.

2. Crear mecanismos de soporte económico que contribuyan al funcionamiento del organismo y personal técnico necesario, a través de impuestos a habitantes y actividades locales beneficiadas por la existencia del embalse. Esto es de eficacia dudosa dada la “evasión empedernida” de la sociedad tucumana y la escasa seriedad de los gobiernos en respetar los fondos recaudados.

3. Vaciar definitivamente el embalse y mantenerlo en esa condición, reparando los órganos de descarga para su funcionamiento automático en caso de crecidas, de modo que el embalse se vacíe solo después de ella. Desaparecería el lago como elemento del paisaje, pero se tendría las condiciones de seguridad requeridas.

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Franklin Adler

Autor Franklin Adler

Ingeniero civil hidráulico, ex docente, consultor y experto en la problemática hídrica del Tucumán y el país. Ingeniero Civil, orientación Hidráulica, de la Universidad Nacional de Tucumán (1969). Fue Jefe de Proyectos de obras civiles e hidráulicas y Jefe de Estudios Básicos en la ex Empresa del Estado Agua y Energía Eléctrica, Jefatura Región I (Noroeste) de Estudios y Proyectos 1969-1985. Fue jefe del proyecto del aprovechamiento hidroeléctrico Potrero del Clavillo (Tucumán y Catamarca) y aprovechamientos de la cuenca alta del río Bermejo (Salta). Ex docente en el Área Hidráulica (Presas de embalse e Hidráulica Básica) de la carrera de Ingeniería Civil de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán (1995-2011). Consultor de empresas privadas y organismos públicos en diversos temas de hidráulica, recursos hídricos y geotecnia. En particular en problemáticas de inundaciones y riesgos hídricos. Fue consultor en geotecnia en numerosas obras como la presa Piedra del Águila sobre el río Limay (Río Negro y Neuquén), de centrales termoeléctricas en la provincia de Tucumán, para el mineraloducto La Alumbrera y líneas de alta tensión para transporte de electricidad.   Casado, tres hijos, seis nietos.

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